Se trata del censo que realizaron organizaciones sociales que ayudan a quienes no tienen hogar. La mayoría hoy son familias que quedaron a la deriva por la crisis.
Un total de 7251 personas viven en la calle. Para quienes transitan por la ciudad de Buenos Aires muy probablemente la cifra no cause sorpresa. Hace tiempo que las veredas porteñas revelan la peor crudeza de la recesión en la que está sumergida la Argentina desde hace 17 meses.
Y si faltaba un dato para completar el desolador panorama que describen los índices oficiales de desempleo, pobreza, costo de vida, PBI y actividad económica e industrial, era el de la cantidad de personas que expulsó a la calle el gobierno de Cambiemos, con políticas que lugar de fomentar la mejora de los sectores más vulnerables los alejó de cualquier posibilidad de reinserción en el corto y mediano plazo.
El número fue revelado este viernes por la tarde por un conjunto de organizaciones sociales que trabajan con personas en situación de calle. Realizaron el segundo censo -el primero lo hicieron en 2017- y los datos que arrojó comparado con la primera medición son dramáticos: aumentó 25% en dos años.
Ahora bien, si se tiene en cuenta estimaciones de distintos relevamientos, pero no censos, que hicieron varias de las organizaciones sociales en 2016, se pasó de 4394 personas a 7251, es decir, este flagelo creció un 64% en la era Macri.
Mientras en 2017 había 5800 hoy son más de 7000. Y la cifra es seis veces más alta que la que mide la Ciudad. Para el gobierno porteño, en la actualidad hay 1146 personas viviendo en la calle, según un informe que fue adelantado a chequeado.com pero que aún no fue difundido públicamente.
Ese número oficial representa un 5% más que lo registrado en el relevamiento de 2018, pero si se compara con 2016 (primer dato proporcionado por el Ministerio) la cantidad de personas en esta situación creció un 32% en tres años.
¿Por qué es tan abultada la diferencia? Mariel Reco, titular de la Asociación Ni una Persona Más en la Calle, explicó a minutouno.com que los agentes de la Ciudad hacen la recorrida para el censo en un horario determinado -durante el día- que es cuando mayormente las personas están caminando o cartoneando. «Nosotros hacemos el relevamiento después de las 20.30, que es cuando se tiran a dormir a los lugares habituales donde están».
Además, subrayó, que la Ciudad no considera en su sondeo a los que están en los paradores. «No es que hay un lugar fijo y permanente para esa persona que quedó sin hogar, por eso nosotros los contemplamos y los tomamos como en riesgo de situación de calle». Suman más de 20 mil las personas en este contexto.
Cambió el perfil de personas en situación de calle: hoy son familias
«En dos años mutó el tipo de persona que se quedó a la deriva. Antes eran generalmente hombres mayores, solos, que perdieron el empleo o alcohólicos o peleados con sus allegados. Desde 2017, estamos viendo familias enteras en la calle, con sus hijos», contó Reco.
Y añadió: «Son familias donde el hombre era el único que trabajaba, perdió el empleo en los últimos tiempos y la mujer apenas consigue algunas changas que no les alcanza para nada. Ni para costear un hotel, ya que el subsidio que da la Ciudad rinde para la mitad del alquiler mensual de una habitación».
Otro factor que cambió en los últimos dos años es el promedio de edad. Hoy según las organizaciones que trabajan con las personas que deambulan por los barrios porteños tienen en su mayoría entre 30 y 40 años, y muchas son mujeres que se fueron de sus casas por problemas con sus parejas, con sus padres o por adicciones.
Mariel ayuda desde hace siete años a todos aquellos que terminaron sin hogar y se refugiaron en la calle. Conoce como nadie lo que padecen y sufre frente a un Estado nacional que no aporta nada (son los distritos los responsables de otorgar fondos) y una sociedad que les hace la vista gorda. «Lo que queremos es que todos los vecinos no les den más la espalda y se comprometan con las personas que viven en situación de calle», reclama.
Vanesa Gigena, de Reaccionando Grupo Solidario, coincide con Mariel y advirtió que los Paradores porteños donde se les brinda refugio transitorio a las personas que viven en la calle no dan la respuesta adecuada.
«Son como cárceles, nos definen muchos de los que pasaron por los paradores y no quieren quedarse ahí. Es verdad que no quieren, pero es porque no sólo les desaparecen las pocas cosas que tienen, sino que la atención es deficiente e incluso se arman peleas entre las propias personas en situación de calle que tienen una problemática particular y deben ser abordados cada uno de forma diferente», sostuvo Gigena.
Y agregó que tampoco es garantía de un techo estable el parador porque «son para brindar albergue temporario, y muchas veces están tan llenos que tampoco hay lugar para todos».
Desde la administración capitalina se brinda asistencia escolar en el Centro Educativo Isauro Arancibia, donde también los «sin techo» acuden para merendar y a la noche buscan comida donde pueden, generalmente escarbando de los contenedores de basura, en especial, consumen los desechos que tiran los restaurantes.
Por un lapso de 10 meses la Ciudad también otorga un subsidio habitacional entorno a los $5000. Alcanza para apenas la mitad del alquiler mensual de una habitación de hotel. La otra mitad suelen abonarla con lo que consiguen haciendo changas en las esquinas de las calles.
En este contexto, las organizaciones reclaman mayores fondos de la Ciudad a los Sin Techo y un rol activo de Nación, que no dispone de ningún programa social para atender esta problemática, según confirmó minutouno.com con el Ministerio de Desarrollo Social nacional.