Agustín Rossi se reunió con Florencio Randazzo para ofrecerle un puesto en el gabinete y empujó al extremo la tensión entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que no quiere a ninguno de los dos.
El ex ministro de Defensa, convertido en uno de los principales aliados del Presidente, ofició de mediador con el diputado, enemistado con el kirchnerismo. Su llegada al gabinete podría significar la ruptura total con el sector de la vicepresidenta, que para quejarse del rumbo del Gobierno ha llegado a decir que es «un randazzismo sin Randazzo». Si el ex ministro se sumara al Gobierno sería «randazzismo con Randazzo».
El ex ministro del Interior pidió entonces la presidencia de YPF, uno de los principales activos de La Cámpora.
La maniobra arroja como carambola un segundo impacto contra la organización de Máximo Kirchner. Si Randazzo deja su banca en Diputados lo reemplazará Gustavo Pulti, el ex intendente de Mar del Plata.
El ingreso de Randazzo al gobierno tiene un impacto colateral para La Cámpora, su banca la asumiría el ex intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, adversario de la titular de la Anses, Fernanda Raverta, que trata de contenerlo en su proyecto ofreciéndole disputar la candidatura del año que viene en las primarias.
La negociación con Pulti la lleva adelante el director del Correo Argentino, Manino Iriart, que responde a Santiago Cafiero. Iriart perdió la interna del PJ marplatense en marzo contra el sector de la camporista Fernanda Raverta, aunque sacó un respetable cuarenta por ciento.
La titular de Anses trataba en las últimas semanas de tender un puente con Pulti ofreciéndole disputar en una primaria la candidatura a intendente de la ciudad, una negociación que podría volar por los aires si se hace efectiva la llegada de Randazzo al Gobierno como un ariete contra Cristina y La Cámpora.
Randazzo tiene una relación con Alberto que inquieta al kirchnerismo. El presidente fue su jefe de campaña en las elecciones de 2017, cuando el ex ministro del Interior se presentó como candidato a senador y los poco más de cinco puntos que sacó sirvieron para que Cristina perdiera contra el macrista Esteban Bullrich en la provincia.
Cuando Alberto asumió la presidencia, le ofreció a Randazzo la embajada de Uruguay por medio de Fernando «Chino» Navarro, ex candidato en la lista del «Flaco» en 2017 y actual funcionario albertista. Pero cuando Alberto lo quiso consensuar en el Frente de Todos, no pasó el filtro.
Randazzo se tuvo que conformar con colar a su sobrino y a su ex compañera de boleta, Florencia Casamiquela en el Ministerio de Turismo y Deportes, pero sólo duraron algunos meses.
En las elecciones del año pasado también hubo negociaciones secretas entre Randazzo y Alberto, que lo recibió en la Quinta de Olivos. La idea, como en el 2017, fue armar una «colectora albertista» en la provincia, pero esta vez disimulada.
En las elecciones del año pasado también hubo negociaciones subterráneas entre Alberto y Randazzo y ambos se reunieron en secreto en la Residencia de Olivos. Se reveló despues esa reunión que debió salir a negar el Chino Navarro y el vocero del ex ministro.
La idea, como en el 2017, fue armar una «colectora albertista» en la provincia, pero esta vez disimulada y con un módico éxito: Randazzo fue el único candidato de su lista que ingresó al Congreso, esta vez con algo menos de votos, apenas por encima del cuatro por ciento, pero suficiente para meter un diputado.
Rossi, en tanto, sigue pidiendo el Ministerio del Interior, que maneja el camporista Eduardo «Wado» de Pedro, que logró el milagro de construir su propia campaña a presidente o gobernador usando la estructura del Estado y en un esquema político que confronta con el Presidente, su supuesto jefe en el organigrama.
El rosarino selló su pase al albertismo puro cuando el mes pasado organizó un acto en su ciudad con su agrupación La Corriente de la Militancia y llevó a Vilma Ibarra, mano derecha del presidente.