«Los perros no distinguen a los diputados de manifestantes». La absurda defensa que Patricia Bullrich ensayó el jueves pasado ante el Gabinete nacional por el descontrolado operativo de represión en el Congreso terminó de enfurecer a Mauricio Macri y a Marcos Peña.
El Presidente y el jefe de Gabinete ya contaban con esa información: los perros no distinguen a legisladores de ciudadanos de a pie o de manifestantes.
La ministra intentó justificar ante Macri la mordedura que perros de Gendarmería le propinaron al diputado Leonardo Grosso, del Movimiento Evita. Pero terminó por empeorar su situación.
Con los gobernadores del PJ nuevamente como custodios del quórum, el Gobierno nacional estará hoy más pendiente de la movilización opositora fuera del Palacio Legislativo que de la sesión en el recinto donde sumará poder de voto a partir del compromiso de diputados peronistas presuntamente alineados con los mandatarios provinciales.
Más allá de Bullrich y su manejo del operativo, crisis ya superada a partir del traspaso de la seguridad a la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el problema político en la Cámara de Diputados es congénito.
El Bloque Justicialista, y su interbloque Argentina Federal, es demasiado heterogéneo y resbaladizo. No asoma, de acuerdo con las evaluaciones de la Casa Rosada, como el instrumento más confiable para contar con un aliado peronista que garantice quórum y votos en sesiones delicadas.
Anoche, el Gobierno nacional confiaba en la presencia de unos doce gobernadores hoy en Diputados junto a Peña, Rogelio Frigerio, Nicolás Dujovne y una colectivo de diputados de Cambiemos y del peronismo anti kirchnerista.
El jueves pasado, Cambiemos perdió en la calle una votación que ganaba en el recinto de Diputados. El diagnóstico político tuvo a Bullrich al tope de las responsabilidades por el clima de violencia que potenció la intervención desenfrenada de la Gendarmería ante unos 250 manifestantes que el Ministerio de Seguridad identificó en informe reservado como militantes que llegaron de municipios ultra-kirchneristas como Avellaneda y La Matanza. Hoy el operativo estará a cargo de la Policía de la Ciudad.
El viernes en Casa Rosada, Jorge Triaca, Carolina Stanley, Guadalupe Tagliaferri, Martín Ocampo y Diego Santilli cerraron el plan de seguridad que el ministro de Seguridad porteño le presentó ayer a Horacio Rodríguez Larreta. No sólo intervendrán las fuerzas de seguridad. También hubo gestiones con los jefes de los Movimientos Sociales como el Evita, la CTEP, la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie para moderar la protesta y aislar a eventuales manifestantes violentos que hoy generen desmanes en el Congreso. Cerca de Ocampo aportaron un dato clave en relación al cambio de voltaje en el operativo: desde la represión en el Borda, cuando funcionaba la Policía Metropolitana, la Policía de la Ciudad nunca más volvió a disparar una bala de goma para despejar o disuadir una protesta.
Debajo de Bullrich asoman Emilio Monzó y Nicolás Massot, encargados de controlar el recinto y llevar la sesión a buen puerto para el Gobierno nacional. Es decir, lograr quórum y evitar que el kirchnerismo descontrole el debate o fuerce a levantar la sesión.
El jueves pasado fallaron. No soportaron la psicopateada de Leopoldo Moreau, Máximo Kirchner y un puñado de diputados que, a partir de los balazos y gases afuera del Congreso, contagiaron el clima al recinto y le ganaron a Monzó la batalla política y psicológica.
Ayer el jefe de Gabinete de la Nación pidió que «los violentos se queden en su casa» cuando Diputados debata el proyecto previsional y sostuvo que la iniciativa consensuada con los gobernadores «es beneficiosa para los jubilados» porque les mejora los haberes y les garantiza «un futuro claro». Puntualizó además que el bono que otorgará el Gobierno el año que viene «va a beneficiar a casi 10 millones de argentinos» de los cuales el 75 por ciento alcanzará a los jubilados.
La presencia de Frigerio el viernes pasado en Diputados terminó de abrochar el apoyo del Bloque Justicialista. La reunión en el despacho de Monzó descomprimió los números y los gobernadores salieron a ratificar su apoyo a partir de la articulación del Ministerio del Interior y la necesidad de blindar el pacto fiscal y la reforma tributaria.
Además, se acerca la fecha de pago de aguinaldos en las administraciones públicas provinciales y los gobernadores necesitan auxilio financiero de Nación. A partir del «Grupo Fernet» de mandatarios que encabezan el cordobés Juan Schiaretti, el tucumano Juan Manzur y el misionero Hugo Passalacqua, la Casa Rosada amplió el fin de semana la base de sustentación en el peronismo.
El salteño Juan Manuel Urtubey terminó de encolumnar a sus diputados, al igual que el entrerriano Gustavo Bordet y el riojano Sergio Casas. También el santiagueño Gerardo Zamora sumará más diputados al quórum.
La semana pasada el poroteo del Poder Ejecutivo Nacional arrojaba el apoyo de unos 130 diputados de Cambiemos y del peronismo. Se supone que hoy ese aval subiría a 140, es decir con un margen de error suficiente para que el quórum de 129 dure más de 6 segundos.