Macri perjudicará a miles de mujeres que necesitan jubilarse luego de una vida de trabajo informal; como una de las marcas de su final de mandato, estableció la derogación del beneficio jubilatorio previsto en la ley 24.476.-
Un millón setecientos noventa y seis mil cuatrocientas treinta y nueve mujeres que entre 2003 y 2016 se jubilaron por moratoria previsional a través de la ley 24.476. Pero esta medida, que benefició a mujeres entre 60 y 65 años que cuentan con menos de 30 años de aportes para que pudieran jubilarse, llega a su fin el próximo 23 de julio.
El presidente Mauricio Macri no sólo no va a renovar esta legislación, sino que problematizó el sistema para que no puedan acceder quienes se quieren jubilar antes de la fecha de caducidad.
“En este marco de ajuste, y considerando la desigual distribución ocupacional y del trabajo no remunerado, la decisión de eliminar la moratoria jubilatoria a las mujeres se parece mucho a un castigo patriarcal”, definió la doctora en economía y periodista Julia Strada.
La Ley nacional de Moratoria fue un proyecto sancionado en 1995 pero recién la implementó el Presidente Néstor Kirchner en 2006. Esto implicaba que las mujeres que tenían 60 años (y los hombres a 65) y no llegaban a tener los 30 años de servicios con aportes pudieran comprar años con un sistema de planes de pago muy accesible.
Con el mecanismo se incluyeron al régimen previsional a alrededor de 4 millones de personas en todo el país, según el ANSES.
Las mujeres tienen una doble jornada laboral (se estima según el INDEC que destinan 6 horas promedio por día a tareas domésticas), pero solo perciben ingresos por una jornada, que tiene –por otro lado– menos horas que la de los varones y, por ende, se traduce en la percepción de ingresos menores.
Según explica Julia Strada en un artículo publicado en CEPA, “existe una división entre actividades ‘feminizadas’ y actividades ‘masculinizadas’, donde las primeras perciben menores ingresos.
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares, el 62% de las inserciones laborales asociadas al cuidado están ocupadas por mujeres, mientras que sólo el porcentaje restante, el 38%, ocupan a los hombres. Como contracara: el 94% de las ocupaciones no asociadas al cuidado las realizan hombres y solo el 4% mujeres.
Esto espeja la división de tareas en el hogar: la atención de la salud, la educación, la realización de servicios sociales y el trabajo doméstico son, bajo la óptica patriarcal, tareas asignadas a las mujeres”.
Y agrega que otro elemento clave refiere a la mayor tasa de no registración en las mujeres, que supera en 5 puntos a la de los varones. “Hay 36,4% de mujeres con empleo no registrado y 31,9% de hombres con empleo no registrado”.
En octubre de 2016, a partir de la Ley de Reparación Histórica –Ley 27.260–, se aprobó la implementación de la Pensión Universal de Adultos Mayores (PUAM).
Esto es que cobran el 80% de la jubilación mínima. Y para acceder a ella hay que haber cumplido 65 años tanto para varones como para mujeres y tener una suerte de “certificado de pobreza”.
Así lo explican en el informe “De pobreza cero a pobreza cien mil: análisis de la Pensión Universal de Adultos Mayores como reemplazo de la moratoria previsional para el acceso a la jubilación” del CEPA.
Al no renovarse este beneficio, las perjudicadas serán en su mayoría mujeres -adultas mayores- quienes pese a haber trabajado toda su vida, al no estar registradas por sus patronales, la consecuente falta de aportes sociales, no les permite acogerse a un régimen normal de previsión.
Con ello se estima que el 36 por ciento de las trabajadoras, no registran si aportes jubilatorios, ni tampoco poseen obra social.
Esta circunstancia de la realidad social es la que refleja un estado de desigualdad marcada, pues las mujeres son las que llevan a cabo, las tareas de limpieza, trabajos a destajo en zonas rurales, o las agotadoras tareas domésticas como personal de servicio a cargo de niños o el cuidado de personas enfermas -familiares o ajenas- sin contra más que con una exigua paga cotidiana o una ínfima quincena que poco alcanza para las necesidades básicas.
No quedan exentas de esto, las mujeres con estudios superiores, quienes en un en torno machista, se ven obligadas a abandonar sus trabajos calificados para abocarse a la atención de las necesidades familiares y el cuidado de los niños; para cuando alcanzan la vejez, se encuentran sin ningún tipo de respaldo económico.
Fuentes consultadas: CEPA- Latfem.-